Cada planeta representa una fuerza o energía cósmica que actúa en alguna parte de nuestra vida. El planeta –que siempre está en un signo y en alguna casa– es el elemento activo, que es modificado por el signo en el que este aparece y manifestado a través de una esfera de actividad, según la casa donde se encuentre. O sea que estos tres términos subrayados –elemento activo, modificado y manifestado- son la clave de toda interpretación.
Por ejemplo, si un planeta está en Aries, su modificación será para actuar física o agresivamente; en Tauro será con mayor prudencia y de manera conservadora; en Géminis de un modo de ser más mental o intelectual; en Cáncer con más sensibilidad o fuerza emotiva, etc.
Si el planeta está en Casa I, se manifestará a través de la personalidad; en casa II, sobre sus recursos o ingresos; en Casa III, en los escritos, viajes, comunicación, etc.; en Casa IV, a través del hogar y todo lo que este representa y así sucesivamente.
La palabra “regente” indica la influencia que ejerce el planeta sobre el signo y, por lo tanto, sobre las casas cuyas cúspides cortan dicho signo. Por poner un par de ejemplos, tradicionalmente, el Sol se considera el regente del signo de Leo y la Luna el regente del signo de Cáncer.
La “exaltación” es el signo donde el planeta o su principio gana fuerza y es muy poderoso en cuanto a la cantidad o intensidad de la energía; en cambio, en la regencia, el planeta gana en calidad.
El signo que rige un planeta se llama su “domicilio” y se considera que, cuando el planeta se encuentra en su domicilio, su influencia es armónica y fluida. Se entiende entonces que sus manifestaciones serán fuertes y oportunas.
Al igual que ciertos signos se consideran beneficiosos para la“estancia” de un planeta, otros se consideran perjudiciales. Es el caso de los signos en exilio, que suelen ser los opuestos al domicilio. Cuando el planeta se encuentra en exilio, su influencia se considera inarmónica y forzada. Se manifestará a destiempo y sus efectos pueden ser negativos.
Un planeta rige o gobierna a otro (y en ese caso se llama dispositor) cuando este último se encuentra en el domicilio del primero. Esta influencia se realiza de forma que el planeta que gobierna, afecta mediante sus características que le son propias, al planeta gobernado. Es decir, si el Sol se encuentra en Aries, entonces el dispositor del Sol será Marte, porque Marte es el regente de Aries. Esto quiere decir que el Sol tendrá rasgos "marcianos" (agresividad, energía, impulso, etc.).
El domicilio es doble, diurno y nocturno. El domicilio nocturno y el diurno se diferencian en su manifestación. Según algunos autores, el domicilio diurno sería más favorable que el nocturno. Según otros el nocturno sería más inconsciente y el diurno más consciente.
Hay ciertos signos en los que la situación de los planetas es especialmente positiva (exaltación) o especialmente negativa (detrimento). Todas estas relaciones se llaman dignidades planetarias. Además, cada decanato tiene su propia regencia.
El signo del detrimento de un planeta es siempre el signo opuesto al de su Regencia. En este caso, el planeta se halla más limitado en la expresión de sus características básicas.
El signo de la CAIDA de un planeta es siempre el signo opuesto al de su Exaltación. En este caso el planeta está debilitado o flojo.
Existen también lasa así llamadas Dignidades Accidentales que son:
Las regencias y las exaltaciones deben ser aprendidas de memoria. Ellas son:
Aries | Marte |
Tauro | Venus |
Géminis | Mercurio |
Cáncer | Luna |
Leo | Sol |
Virgo | Mercurio |
Libra | Venus |
Escorpio | Plutón y Marte |
Sagitario | Júpiter |
Capricornio | Saturno |
Acuario | Urano y Saturno |
Piscis | Neptuno y Júpiter |
Sol | Aries |
Luna | Tauro |
Mercurio | Acuario |
Venus | Piscis |
Marte | Capricornio |
Júpiter | Cáncer |
Saturno | Libra |
Urano | Escorpio |
Neptuno | Cáncer |
Plutón | Leo |