Una “Parte” es en realidad una fórmula que mezcla varios elementos de la carta natal, con objeto de “resumir” las influencias de dichos elementos en un punto. En esa fórmula se suman o se restan ángulos y dichos ángulos pueden referirse a cúspides de casas, planetas y aspectos.
El nombre “Parte”, proveniente del latín “pars”, hace referencia a un territorio o zona de la carta a la que se le asigna el significado concreto (así el Pars Fortunae correspondería a la zona de la carta afectada por la fortuna, o aquella zona de la carta en la que el nativo encontrará la fortuna, etc.).
En inglés, y siempre según Eduardo Gramaglia, la palabra referida a Pars es “lot”, y en griego “kleros”. Todas hacen referencia a “porción” o “fragmento”.
El origen de las partes lo encontramos en la obra de Hermes Trismegisto, el Panaretus. Esta obra hace mención de 7 partes herméticas, que se corresponden con cada uno de los 7 planetas conocidos en aquel entonces:
En su obra Apotelesmática, Paulo Alejandrino establece las siguientes características a cada una de esas partes:
Parte de la Fortuna. Referida a la Luna, se obtiene de diferente manera según la carta natal sea nocturna o diurna. Una carta diurna tiene el Sol por encima del horizonte, es decir en las casas VII a XII. Una carta nocturna tiene el Sol por debajo del horizonte, es decir en las casas I a VI.
Al usar en la fórmula estos tres elementos tan importantes, los griegos clásicos lo consideraban de igual importancia que los anteriores.
Parte del Daimón (Espíritu). Referida al Sol.
Parte de Eros (Venus) Referida a Venus.
Parte de la Necesidad (Mercurio) Referida a Mercurio.
Parte del Coraje (Marte) Referida a Marte.
Parte de la Victoria (Júpiter) Referida a Júpiter.
Parte de Némesis (Saturno) Referida a Saturno.
Actualmente, no se les da demasiada importancia al Parte de la Fortuna (Luna), o al Parte del Espíritu (Sol), pero los griegos y los árabes los consideraban puntos importantísimos en la carta natal. Tanto es así que el aspecto que hacían al Sol o a la Luna era considerado de importancia vital a la hora de valorar la carta, y al mismo nivel que la consideración que se hacía de los aspectos al Ascendente, al Sol o a la Luna.
La consideración se hace con base en que se está describiendo una igualdad, porque lo que se mide es el arco que hay entre el Sol y la Luna y se traslada al Ascendente, dándonos el Parte de la Fortuna. Es decir, la distancia entre estos es la distancia entre Sol y Luna.
Todas estas fórmulas son complementarias:
Parte de la Fortuna diurna = Parte del Espíritu nocturno.
Parte de la Fortuna nocturna = Parte del Espíritu diurno.
Para los griegos la Parte de la Fortuna era conocida como Parte Lunar, y su significado giraba en torno al físico y la prosperidad, pero es que tiene su razón de ser, porque al fin y al cabo la Luna nos indica la raíz y origen de nuestra casa o familia, mediante la que nos arraigamos en el mundo.
Así que la disposición mejor o peor de esta Parte indicará como nos “arraigamos físicamente al mundo”, qué posesiones materiales tenemos y de qué éxito disfrutamos en él. Es decir, por su posición y aspectos, esta Parte, ella sola, debería indicar el grado de éxito o ascenso personal del nativo, porque indicará el grado de interrelación del nativo con el mundo físico.
La Parte del Daimón o Espíritu, por el contrario, nos habla más bien de carácter y poder personal. Se referirá al carisma o magnetismo que destila esta persona. Indicará el sendero espiritual que habremos de recorrer y en el que nos vamos a convertir, aunque ya lo somos, de hecho. Es el camino del héroe, la vía hacia la iluminación. En ese sentido, nos está hablando de nuestro futuro.
Josep Lluesma