Debido a varias preguntas que he recibido sobre el propósito del Tarot, y a que algunos lectores de mi página, con la esperanza de que recapacite, me mandan continuamente párrafos extensos de la Biblia que aseguran me condenaré en el infierno, he decidido dedicar esta entrada a los cinco grandes mitos que, según mi punto de vista, han tergiversado la sagrada herramienta del Tarot.
La cultura popular tiene la idea de que las cartas representan algo diabólico y que quien las lee es una especie de brujo que ha hecho un pacto con Satán. Se piensa en un lugar oscuro, con velas negras y una mujer con uñas largas, tabaco en la boca y turbante. Por supuesto es una imagen espantosa. No niego que haya personas que practiquen este mal uso de las cartas y consultantes que busquen alimentarse de esa energía, pero en su esencia y propósito divino el Tarot no es brujería, no debe serlo ni nació para eso. Seguir pensando con terquedad que asistir a una lectura de Tarot es brujería es poner una barrera que alimenta nuestro miedo a las cartas y el pavor oculto que tenemos de conocernos. El Tarot es un maravilloso encuentro con uno mismo y leer las cartas es un profundo acto meditativo. El tarólogo no es un brujo, es un ser preparado, preferiblemente con experiencia terapéutica, que debe darte confianza y puede contenerte. A veces es necesario soltar esos límites judeo-cristianos y esa idea terrorífica de un Dios castigador para empezar a sanar. La Energía Universal es solo amor y está conmigo cada vez que tengo una consulta.
El verdadero tarologo interpreta; NO ADIVINA. El Tarot no está para predeterminar a los consultantes sino para mostrarles sus múltiples opciones. Somos los creadores de nuestros destinos. Aunque hay psíquicos con grandes capacidades premonitorias, creo que no debemos entregar nuestro poder a nadie que nos asegure saber lo que pasará en nuestras vidas. Con el conocimiento y la guía que te dan los arcanos toma las riendas, responsabilízate y crece.
No. Desde mi perspectiva el Tarot siempre se lee en el PRESENTE. Es desde ahí que construyes tu destino. Recuerda que el Tarot no es charlatanería, es una herramienta psicológica mucho más profunda que nos ayuda a sanar. Es para todos aquellos que estén dispuestos a observarse y a llevar luz a lo que estaba oculto. Depende de ti.
No hay cartas malas y buenas. Pensar así es mantenernos en una conciencia dual que cierra la posibilidad de reconocer nuestra esencia divina. Todas las cartas, incluso el diablo y el arcano XIII, que tanto aterran a la gente, son perfectas. Todas representan un nivel de conciencia.
Cosechas lo que siembras. Las cartas muestran lo que habita en tu inconsciente, generalmente creencias heredadas, ideas limitativas, barreras religiosas. La buena noticia es que el Tarot te muestra rápidamente lo que hay en tu cabeza y en tu corazón para que puedas sembrar de nuevo. Vuelvo y repito, lo que pase, en gran medida, dependerá de ti. La otra parte déjasela al Gran Arquitecto del Universo, al misterio divino. Confía.
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