27 Jul
27Jul

Un buen vidente, astrólogo o tarólogo jamás es alarmista. Eligiendo cuidadosamente sus palabras un buen vidente o tarólogo se mostrará siempre responsable de sus reacciones no solamente cuando atrae consultantes sino también durante la consulta.

Por ejemplo, si se pide por internet una tirada de tarot gratuita y como resultado se recibe un correo con informaciones demasiado generales, incoherentes y que no corresponden a una tirada personalizada, pero en el que se agregan afirmaciones del tipo “he visto fuerzas negativas a tu alrededor” o “alguien cargado de envidia te desea el mal” o “hay personas en tu alrededor que te desean el mal” o todavía “estás a tiempo para salvarte de la gran catástrofe que te amenaza”, ya se debe desconfiar.

Seguramente el vidente o el tarotista (no al tarólogo que se le prepara para que nunca haga esto), trata de aumentar los miedos, penas o angustias del posible cliente y para proponerle una consulta  u otros servicios pagos.

Un buen vidente jamás aumenta el miedo y la incertidumbre de la persona que lo consulta. Tampoco incentiva la inseguridad, la ansiedad y la dependencia del consultante, porque justamente este viene a buscar seguridad, reconforte y orientación.

Si a estas afirmaciones alarmistas se agregan cosas como “ya estoy preparando algo que te ayudará en este mal trance que te espera” ya se puede prever lo que se está “preparando”. Otra cosa: en general, los alarmistas añaden la urgencia y hasta la amenaza. Eso se detecta en frases algo así como “si no actúas rápidamente tu situación empeorará y te será imposible solucionar el problema”.

Todos estos videntes, tarotistas (no los tarólogos) o hechiceros alarmistas deben ser evitados. Un buen vidente jamás es demasiado optimista. Respetando escrupulosamente el destino, la realidad y el porvenir del cliente, un buen vidente no promete jamás lo irrealizable ni despierta falsas ilusiones. Hay que desconfiar de un vidente que atrae a un cliente diciéndole cosas por el estilo de “veo algo maravilloso en tu futuro”, o “te veo feliz rodeada por un marido fiel, que te ama perdidamente y con el cual tendrás hijos y serás rica”.

Algunos “ilusionistas” pueden agregar sugestiones amenazantes de este tipo: “en tu nacimiento tenías prometida la felicidad y la buena suerte, pero la vida te ha llevado la mala situación en la que ahora estás. Pero yo he visto un acontecimiento excepcional en tu futuro próximo que no debes dejar pasar, y si lo dejas pasar nunca más una oportunidad igual se repetirá”. A afirmaciones de ese tipo se pueden agregar otras como por ejemplo “si aceptas mi ayuda te diré lo que tienes que hacer…” Los videntes, tarotistas o brujos “ilusionistas” que prometen cosas irrealizables también deben ser evitados.

Desconfiar de los resultados garantizados 

En general, se aconseja desconfiar de los videntes que aseguran resultados garantizados. Si no se cumple lo que dicen siempre habrá algo que el consultante ha hecho mal o nuevos elementos que entran en juego para hacer de ello una situación interminable. Y la relación con el vidente también, siempre y cuando haya dinero de por medio.

También hay que desconfiar de todos videntes o brujos que prometen “amarres” y “retornos incondicionales de la pareja”. Tratemos de ser reales. Un (o una) amante que ha partido solo vuelve si siente verdadero amor. El amor no es algo que se mendigue ni que se obligue so pena de sufrimientos y desilusiones. 

No hablemos de los videntes y brujos que prometen sanar enfermedades o prolongar la vida de enfermos incurables. Lo mejor que se puede hacer en estos casos es consultar a un buen médico y seguir tratamientos reconocidos por su eficacia. Los milagros existen, pero es mejor no contar con ellos. Tampoco hablemos de los videntes que prometen números para ganar a la lotería. La buena marcha de un negocio está mejor aconsejada por el buen sentido comercial, por el marketing o por un financiero que por un vidente que asegure una clientela que dé grandes ganancias. Lo mismo para encontrar trabajo. La buena fortuna existe y los golpes de suerte también, pero tampoco es bueno contar con ellos.

La videncia pura, asentándose sobre la base de un “don” natural es algo bien difícil de sopesar y de juzgar por anticipado. Para ser buena ella debe ser corroborada por los aciertos.  Por otra parte también existen videntes mediocres que creen de buena fe que son excepcionales. Lejos de ser inofensivos, y eventualmente mismo con el pretexto que no cobren sus consultas, pueden ser peligrosos y arrastrar al consultante a situaciones de falsa espera o desesperación. Y hasta pueden contagiar delirios y estados de ánimo. No hay que olvidar que los estados psíquicos pueden ser contagiosos, sean buenos o sean malos… Y hay otros que pretenden imponer sus códigos y prejuicios morales a falta de lo cual el consultante se siente culpable y disminuido.

Los sitios comerciales de adivinación en Internet 

Con la  vulgarización de Internet y el interés creciente por las artes divinatorias, han aparecido en la red numerosos sitios web comerciales de Videncia, Brujería,  Astrología, Tarot y otras “mancias”, pero con frecuencia no todos esos sitios son  honestos, sino que algunos solo buscan beneficios financieros. En un dominio  donde el talento es difícil de demostrar, ciertos falsos profesionales están dispuestos a atrapar al incauto (y al no tan  incauto también!) que, afectado por los  problemas de la vida, se deja convencer con charlatanerías y otros engaños. En  ese estado de cosas es difícil encontrar profesionales serios y la única  defensa que tenemos frente a este fenómeno es la prudencia.

Aunque  sean raros, los auténticos videntes, los eminentes astrólogos y los hábiles  lectores de oráculos existen. Pero es difícil encontrarlos porque están  mezclados entre una cantidad de impostores. Obviamente, el fenómeno de la charlatanería no es nuevo, pero  se ha incrementado considerablemente por la facilidad de divulgación que permiten los medios actuales y además eso ha sido favorecido por la crisis económica.  Señalemos también al pasar que entre los sitios  internet comerciales de videncia y adivinación existe una competencia  feroz.

A la búsqueda de un(a) buen(a) vidente 

Si se busca un buen vidente hay que dejarse guiar  más bien por la reputación que tiene y no por la publicidad que hace. Hay  publicidades muy hábiles e ingeniosas que están previstas justamente para  atraer clientes y que aprovechan de la situación frágil de la persona que tiene  problemas, Una persona fragilizada por problemas (financieros, afectivos, de  salud, metafísicos, etc.) es susceptible de caer en manos de alguien que  aproveche de su debilidad para venderle sus servicios por lo general malos. Las  sectas actúan de la misma manera.

Encontrar un buen vidente no es una tarea  fácil y se ha hecho todavía más difícil con la enorme oferta de servicios de  todas clases en Internet. Es suficiente surfear un poco para darse cuenta de que estamos en una jungla enmarañada donde ciertamente se puede encontrar un buen   vidente o un buen tarot pero también una gran cantidad de impostores. Los  “equipos” de videntes en general son a evitar. En este caso se trata  simplemente de una empresa comercial con un estándar telefónico donde las  cuestiones se resuelven en serie y de una manera industrial. ¡Hay que tener  mucho cuidado con los débitos en las tarjetas de crédito y en la factura del teléfono!

Este tema es muy vasto y este artículo está lejos de ser exhaustivo. Invitamos a quienes nos leen a participar en este grupo contando sus experiencias buenas o malas con los videntes, tarotistas, brujos, etc., que puedan haber encontrado en internet. Puede ser útil para todos.

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