Definido como un instrumento que sintetiza las claves de todas las religiones y ciencias de la antigüedad, la propuesta de un planisferio de estas características, “parece” plantear un reto iniciático y de conocimiento, que tiene tanto detractores como adeptos, pero que no deja indiferente a ninguno.
La geometría del arqueómetro está compuesta por siete círculos concéntricos que perfilan seis zonas de la periferia al centro, y encierran los doce signos zodiacales, planetas, notas musicales, etc. De los dos círculos externos el más cercano al centro se mueve de izquierda a derecha, imitando el movimiento del sol a través de los signos zodiacales, en tanto que el círculo más externo se mueve de derecha a izquierda. Cuatro triángulos equiláteros que forman dos estrellas de David y diferenciados por colores están integrados en este planisferio y ligados a los 4 elementos: Tierra, agua, fuego, aire. Su combinación dual da lugar a diferentes gamas de color, como el “pantone” del pintor.
El trazo imaginario que une éstos triángulos oriente-occidente define lo que se llama la línea de las grandes aguas y une los equinoccios, en tanto que el trazo vertical, norte-sur une los solsticios.
Los dos triángulos principales del arqueómetro (Tierra y agua), tienen dos finalidades diferentes. El trígono superior o de la tierra, simboliza la vida inmortal, en tanto que el inferior de agua, promueve un desarrollo en armonía con el cosmos a partir de una evolución individual.
El astrólogo Serge Raynaud de la Ferriere, fundador de la controvertida “Fraternidad Universal” que proclamaba la llegada de la Era de Acuario en 1948, alude al arqueómetro como “el instrumento que usaron los antiguos para la constitución de todos los mitos esotéricos de las religiones(…) Es el cielo que habla: cada estrella, cada constelación viene a ser una letra, una frase o un nombre divino que da nueva luz a las antiguas tradiciones de todos los pueblos. Es la traducción material del VERBO en forma, color, gusto y sonido.”
En la conferencia “Notas filosóficas del arqueómetro” del escritor Yves-Fred Boisset y publicadas por “G.E.I.M.M.E” (Grupo de Estudios e investigaciones Martinistas y Martinezistas de España), el conferenciante francés revela que el camino iniciático diseñado en el arqueómetro plasma conceptos cristianos como la caída de Adam, creado a imagen y semejanza de dios y dotado de la palabra todopoderosa, que al faltar a sus deberes es expulsado del paraíso y que para evitar el castigo, inventa una palabra sustitutiva que le conduce de la sabiduría verdadera al error y de ahí a la muerte espiritual.
Sólo a través de la reintegración a base de una iniciación hecha de humildad y confianza es posible “renacer” en una búsqueda reflexiva de la verdad y el dominio de las pasiones. El profesor Boiset, autor de “Saint-Yves d’Alveydre una filosofía secreta. Sinarquía, arqueometría, las llaves del Oriente, afirma además que “los signos astrológicos que están contenidos en el arqueómetro, junto con los símbolos de los planetas y las notas musicales están relacionados con la música de las esferas evocadas por Platón y Pitágoras. La arqueometría puede ayudar a los arquitectos a encontrar la armonía en sus edificios, ya que es en sí mismo geometría sagrada en sus proporciones, y en el equilibrio de sus líneas de acuerdo con el número de oro.”