En sánscrito, la palabra Devachan significa literalmente “la morada de los dioses” y es una buena definición porque el Devachan es la región más pequeña del mundo divino, y también es donde residen los seres humanos después de morir.
La persona desde luego, pero beatificada, purificada y santificada. La razón es porque ella solo puede llevar a ese estado superior de consciencia lo que en ella es bueno y puro, de ahí que las vibraciones bajas no puedan seguir a la persona purificada en Devachan. Esto se debe a la naturaleza elevada de la parte divina del ser humano. Como consecuencia todo lo malo, tosco, negativo de la naturaleza de la persona se va a quedar en Kama-loka, la zona intermedia entre el mundo divino y el mundo físico, a donde llegan en una primera etapa las personas fallecidas. Ese residuo que progresivamente se va a ir desintegrando, se le conoce como CASCARÓN o ELEMENTARIO.
El Mahatma Kuthumi lo describe así: “despojado de sus atributos más refinados, se convierte como una flor que súbitamente hubiese perdido todo su aroma, una rosa machacada que tuvo que dar todo su aceite para la manufactura de esencias y lo que queda es solo el olor de hierba en descomposición, tierra y podredumbre.” (CM23, p174)
Para ejemplificar, podríamos hacer una analogía con la mariposa, aunque en este caso no hay una metamorfosis, sino simplemente una substracción de la naturaleza buena de la persona desechando su naturaleza mala. Así se podría comparar:
La diferencia con la crisálida abierta es que el elementario guarda un gran recuerdo de la antigua personalidad.
«Esta naturaleza inferior de la persona permanece en asociación como un cascarón vacío [de todas las virtudes y aspectos positivos de la persona, ya que estas se fueron a devachan], para vagar en la atmosfera de la Tierra [kama-loka], habiendo perdido la mitad de su memoria personal [el resto de la memoria se la llevó la persona purificada a devachan], con los instintos más brutales plenamente vivos por un cierto periodo.» (Carta Mahatma 16, p103-104)
«La pálida copia del hombre que fue, vegeta [en kama-loka] por un periodo de tiempo, cuya duración es variable de acuerdo a la cantidad de materialidad que haya sido dejada en el elementario, la cual es determinada por la vida pasada del difunto.
Despojado como lo está de su mente superior, del espíritu y de los sentidos físicos, si se le abandona a sus propios recursos sin sentido, se desvanece y desintegra gradualmente. Pero si se le hace volver a la esfera terrestre, ya sea por:
El “fantasma” puede llegar a prevalecer por un periodo que exceda con mucho la duración natural de su existencia. Una vez que la entidad aprende el camino de vuelta a cuerpos humanos vivos, se convierte en un vampiro que se alimenta de la vitalidad de aquellos que están tan ansiosos de su compañía.»
(Glosario Teosófico, “kama-rupa”, online aquí).
«El elementario es un mero cascarón desprovisto de alma y mente, sin conciencia, así como también incapaz de actuar por sí mismo a no ser que sea vivificado por fuerzas externas a él [principalmente las del médium.
Tiene lo que aparenta ser una conciencia automática debido enteramente a la muy reciente asociación con el Ego humano [que se fue a Devachan]. Ya que bajo el principio establecido en otro capítulo, cada una de las partículas que vayan a formar al hombre, posee una memoria propia capaz de durar por un período de tiempo proporcional a la fuerza que se le dio.
En el caso de una persona muy mala, materialista, burda o egoísta, la fuerza dura más que en cualquier otra y por consiguiente en ese caso, la conciencia automática será más definida, pudiendo dejar perplejos a quienes sin conocimiento en la materia se meten en el espiritismo.
La parte puramente astral de ese cascarón contiene y lleva los registros de todo lo que le ocurrió a la persona cuando aún vivía [físicamente], porque una de las propiedades de la substancia astral es la de absorber todas las escenas, imágenes e impresiones de todos los pensamientos, para guardarlos y proyectarlos por reflejo cuando las condiciones lo permitan.»
Esta es como una luz reflejada o prestada.
«Cuando la parte divina de la persona se ha ido a Devachan llevándose con ella las porciones espirituales más finas de eso que alguna vez fue la consciencia personal del quinto [del individuo], solo entonces el cascarón desarrolla gradualmente una especie de consciencia borrosa de sí mismo de lo que queda en la sombra [el residuo] de la personalidad.
Sin embargo, la “memoria” es una cosa y otra muy diferente las “facultades perceptivas”. Un loco puede recordar muy claramente algunas partes de su vida pasada, pero es incapaz de percibir nada de su verdadera luz, porque las porciones superiores de su Manas [su mente] y de su Buddhi [su alma] están paralizadas en él y lo han abandonado.
Si un animal (un gato por ejemplo) pudiese hablar te podría probar que su memoria en relación directa a su personalidad felina es tan lozana como la de un humano, sin embargo su memoria e instintos no pueden ser denominados “facultades perceptivas”, porque por ejemplo; un gato recuerda que su amo le pegó cuando este último toma entre sus manos un periódico enrollado; sin embargo el resto del tiempo no se acuerda de esto.
Es así como ocurre con un cascarón. Una vez en el aura de un médium, todo lo que perciba a través de los órganos prestados del médium y de aquellos en simpatía magnética con el médium [las personas presentes en la sesión espiritista]. El cascarón lo percibirá muy claramente, pero no más allá de lo que pueda encontrar en las facultades perceptivas y memorias del círculo [espiritista] y del médium. De aquí las respuestas frecuentemente racionales y a veces elevadamente inteligentes, [pero] de aquí también el completo olvido de todo aquello que no sea conocido por ese médium y su círculo.» (CM23B, p171 y 173)
El cascarón solo es capaz de repetir lo que aprendió o experimentó la persona durante su vida terrenal o lo que sabe el médium y las demás personas en la sesión espiritista, pero es incapaz de crear o pensar algo nuevo que sea desconocido por la antigua personalidad, el médium o los otros participantes presentes. Así por ejemplo, el cascarón de un escritor no será capaz de crear un nuevo poema.
«No; no es consciente de esa pérdida de cohesión. Además de que tal sentimiento en un cascarón es totalmente innecesario para los propósitos de la naturaleza, y difícilmente podría darse cuenta de algo que jamás podría ni siquiera ser imaginado por un médium o por aquellos que lo atraen.
El cascarón es vagamente consciente de su propia muerte física, aunque después de un prolongado periodo de tiempo, eso es todo. Las pocas excepciones a esta regla son los casos de hechiceros [malignos] con éxito a medias [en su intento por prolongar su existencia] o de personas muy malas apegadas pasionalmente a ellas, siendo esas entidades un verdadero peligro para los vivos.
Estos cascarones muy materiales, cuyo último pensamiento al morir fue ¡Yo, Yo, Yo! y ¡Vivir, Vivir, Vivir! Frecuentemente lo sentirán instintivamente. Así les ocurre a algunos suicidas, aunque no a todos. Lo que acontece entonces es terrible, ya que esto se convierte en un caso de licantropía post-mortem. El cascarón se adherirá tan tenazmente a su apariencia de vida que buscará refugio en un nuevo organismo, en cualquier bestia, en un perro, una hiena, un pájaro, cuando no hay al alcance un organismo humano, antes que someterse a la aniquilación.» (CM23B, p176)
No confundan los elementarios con los elementales que son los espíritus de los elementos. A veces mezclan los términos, de ahí la importancia de saber interpretar el texto para no confundirse.
Los términos cascarón y elementario también se emplean para designar a los humanos desencarnados que han perdido la conexión con su triada superior (atma-buddhi-manas). Estos suelen ser suicidas, magos negros, personas excesivamente depravadas, malas o viciosas. Aunque con un profundo y sincero arrepentimiento, estas entidades pueden volver a recuperar la unión con su naturaleza divina y evitar así la aniquilación que les aguarda al final, si persisten en ese camino de hundimiento en la materia.
Sinónimos: fantasmas, “espíritus” o ángeles guías (en el espiritismo), kama-manas o kama-rupas (en la teosofía después de su estado de gestación en kama-loka), pisachas (en la India)
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