27 Oct
27Oct

En una conferencia, un orador se sacó un billete de 100 dólares de su bolsillo. Lo enseñó al público asistente y tras una pequeña pausa dijo: “¿Quién quiere este billete de cien dólares?”. Casi todos en el auditorio levantaron la mano. Se oyeron muchas voces diciendo: “Yo lo quiero”, “Démelo a mí”, “Tráelo que lo necesito”. El conferenciante siguió con el billete en la mano sin decir nada. Tras breves minutos en los que la gente seguía implorando por el dinero, una persona se levantó tranquilamente, se dirigió al auditorio sin prisas y tomó el billete de la mano del orador.

Cuando el asistente volvió a su sitio, feliz con el dinero, quien daba la charla dijo: “¿Cuál es la diferencia entre esta persona y el resto de los asistentes? Yo se los diré: Simplemente se dispuso a actuar y lo hizo”. Después volvió a preguntar: ¿Cuántos de ustedes pensaron en hacer lo mismo, pero no lo hicieron? ¿Por qué no lo hicieron?

La mitad del público levantó la mano. Cuando se les permitió responder, dijeron cosas como:

  • No quería mostrar ansiedad ni parecer materialista
  • Otros lo necesitarán más que yo
  • No quería que me criticaran
  • Me daba vergüenza ir a por el dinero
  • Esperaba tener más instrucciones
  • Simplemente otra persona se me adelantó
  • Quería tener más tiempo para decidirme
  • Me veo un poco mayor para salir corriendo

El mensaje es el siguiente: NADA VA A PASAR A NO SER QUE SE DECIDA A ACTUAR Y COMIENCE A MOVERSE, sin importar sus condiciones actuales.

Esto no significa que haga cosas sin sentido o que no piense sus movimientos. Pero hay un límite en lo que se refiere al tiempo que dedica a pensar. A partir de ese límite, tiene que ACTUAR. Realizar acciones que le encaminen a sus metas. Moverse. Incluso si las primeras acciones no son perfectas, las pequeñas correcciones que tendrá que hacer le mostrarán el camino adecuado. Si recuerda la frase: “Preparados, apunten..., ¡fuego!”, piense que muchos se llevan la vida apuntando, pero nunca disparan. La forma más rápida de dar en el blanco es disparar, ver dónde llegó la bala y ajustar para el siguiente disparo dependiendo de los resultados. La retroalimentación le permitirá ser más certero en la siguiente ronda de acción y eso es aplicable a cualquier cosa que haga en su vida.

Si programa su gráfico radiónico para un objetivo específico, no cabe duda de que empezará a observar cambios con relación a lo que busca. Esos primeros cambios (información que le llegue, acciones que usted sienta el impulso de realizar, oportunidades que aparezcan o cambios externos que acontezcan) le darán las pautas para volver a ajustar sus movimientos y programaciones adecuándolos a la nueva información que surja. El mundo es dinámico y precisa que usted también lo sea.

La radiónica puede ayudarle, pero recuerde que usted deberá permanecer expectante para aprovechar las oportunidades que aparezcan. Evalúe esas oportunidades de acuerdo con razonamientos lógicos, pero recuerde que también podrá medir las diferentes opciones con sus gráficos radiónicos y ver la que responde a una puntuación más alta, desde el punto de vista energético y en su caso particular. Todo esto le permitirá alcanzar el éxito con mayor rapidez y certeza.

Si le interesa el tema, póngase en contacto con nosotros.

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